
La pitahaya, también conocida como fruta del dragón, se ha convertido en una de las frutas más emblemáticas de Ecuador, destacándose no solo por su exótico aspecto y beneficios nutricionales, sino también por su notable impacto económico. En 2023, las exportaciones de pitahaya alcanzaron un récord impresionante de USD 171,7 millones en facturación, reflejando el creciente interés global por esta fruta tropical[2].
Producción y Exportación
Ecuador se ha consolidado como un líder en la producción de pitahaya, especialmente en las provincias de Guayas, Morona Santiago, Manabí, Santo Domingo de los Tsáchilas y El Oro. En total, se cultivan aproximadamente 1,528 hectáreas de pitahaya en el país, con un rendimiento promedio de 7.6 toneladas por hectárea[5]. La diversificación de mercados ha sido clave para este crecimiento, incluyendo la reciente apertura de exportaciones a China, un mercado con un enorme potencial de consumo[3].
Beneficios Nutricionales
La pitahaya es rica en antioxidantes, vitamina C, fibra y magnesio, lo que la convierte en una opción saludable para la dieta diaria. Su bajo contenido calórico y alto contenido en agua la hacen ideal para la hidratación y el control de peso. Además, es conocida por mejorar la digestión y fortalecer el sistema inmunológico.
Impacto Ambiental
A pesar de sus beneficios económicos y nutricionales, la producción de pitahaya ha generado cierta controversia debido a su impacto ambiental. En algunas regiones, la expansión de los cultivos ha llevado a la deforestación de bosques nativos, lo que plantea un desafío para la sostenibilidad y conservación del medio ambiente[6].
Capacitación y Tecnología
El éxito en la producción de pitahaya también se debe a las capacitaciones y adopción de nuevas tecnologías por parte de los agricultores ecuatorianos. En la provincia de El Oro, por ejemplo, los productores han recibido formación especializada en el manejo del cultivo, lo que ha mejorado significativamente la calidad y cantidad de la producción[4].
En resumen, la pitahaya en Ecuador es un claro ejemplo de cómo un producto agrícola puede transformar economías locales y ganar reconocimiento internacional, todo mientras se enfrentan desafíos ambientales y se promueve la innovación en la agricultura.